viernes, 6 de junio de 2008

Televisa y sus entendederas

Ando tan desinformado ultimamemnte que me vengo enterando de estas cosas tan chistosas que hace televisa que ya hasta rayan en lo cinico.
Que bueno que no veo tele sino mi cerebro estaria completamente muerto.

Texto sacado del blog de www.astillero.tv

Periodismo de entendederas en Televisa

Julio Hernández López

En un comunicado oficial, la empresa mediática más importante del país ha reconocido que la presentación de material informativo en sus noticieros obedece a una valoración absolutamente subjetiva, es decir, a su particular manera de “entender” y “considerar” los hechos.

Colocado frente a la inusual circunstancia de tener qué responder a denuncias públicas de que distorsiona información y lincha en radio y televisión a determinado segmento del espectro partidista y político (“a los legisladores pertenecientes a los partidos integrantes del FAP”), el consorcio cuyo principal accionista es Emilio Azcárraga Jean hizo saber, mediante un comunicado que colocó en su portal de Internet, y que luego fue leído en el programa que conduce Joaquín López Dóriga, que “para Noticieros Televisa, lo que sucedió este jueves en el Congreso va en contra de la normalidad democrática”.

Es decir, frente a acusaciones específicas de pervertir el ejercicio periodístico en sus pantallas y frecuencias en un momento particularmente crítico, en que se confrontan posturas políticas y sociales respecto a reformas petroleras, Televisa reconoce que se mueve a partir de lo que le parece, no de lo que los hechos y las noticias significan. Irónicamente resulta que el medio que pretende convencer a los mexicanos de que la democracia y sus instituciones han sido secuestradas es el verdadero secuestrador, poniendo sus armas al servicio de un interés privado y despojando a los mexicanos de la posibilidad de informarse equilibradamente y de formarse una opinión propia de sucesos trascendentes a partir del suministro de material periodístico objetivo (y, desde luego, del legítimo punto de vista de la empresa en cuestión, expresamente planteado como el editorial o la postura oficial).

Parafraseando palabras de su comunicado es posible apreciar cómo la mencionada empresa se coloca, en la confección de sus espacios informativos, en una esfera interpretativa y sectaria: “Para nosotros” las cosas fueron de cierta manera (y, si “para” otros fue de distinta forma, ése sería SU problema”, podría haber agregado el redactor de la peculiar acta de confesión Televisa). “Para Noticieros Televisa”, además, poco o nada importa lo que digan, declaren, documenten o aleguen determinados actores legítimos de un litigio político y social (los partidos, diputados y senadores, en este caso del FAP) y un segmento social numeroso y activo como son los grupos organizados para oponerse a lo que ellos consideran un intento de privatizar una parte de la riqueza nacional. Nada de eso vale porque, asumiendo una postura de árbitro, juez o dictaminador nacional, el grupo de negocios antes mencionado ha decretado, a sus puros canales, que una jornada específica de forcejeos y tácticas partidistas y sociales van “en contra de la normalidad democrática” (el encabezado de la nota en que se informa de la postura oficial de la empresa, en http://www.esmas.com/noticierostelevisa/noticieros/722672.html, usa sin tapujos el valorativo verbo considerar: “Televisa considera que la toma del Congreso va contra la normalidad democrática”. Periodismo considerativo.)

La sustanciación de ese resolutivo espurio (es decir, que degenera su origen o naturaleza, y que es falso y engañoso) fue expresada concretamente el jueves pasado, en el noticiero que conduce López Dóriga, en puntos impropiamente magnificados por la autodenominada máxima autoridad política del país (¿el país de las estrellas?). Tomando partido en una batalla política y partidista, al conductor estelar le parecía casi heroico denunciar que el jefe de uno de los grupos en contienda hubiese anunciado que la resistencia civil pacífica iniciaría después de que senadores presentaran en tribuna determinada propuesta y que , según su entender, no hubiese sido respetada esa ruta de procedimiento cuya definición y, obviamente, cambios e incluso ardides corresponden naturalmente a esos partidos y líderes, como ha sucedido históricamente en toda lucha política).

La toma por sorpresa de tácticas específicas le parecía a López Dóriga, es decir, a Televisa, una acción despreciable que sería subrayada por las tomas televisivas (¿también hechas por sorpresa?) de personajes adversos al Frente Amplio Progresista que “no sabían” lo que estaba sucediendo. Frente a acciones correspondientes a estrategias de disputa entre grupos políticos, la empresa multimencionada optó por una especie de fraude patriótico: en riesgo las instituciones, colapsada la República por una manta que decía “clausurado” y que no clausuró absolutamente nada, ocupadas unas cuantas calles del Centro Histórico de la Ciudad de México por mujeres organizadas que no provocaron un solo acto de violencia, a Televisa le pareció que debía inclinar sus noticieros hacia uno de los polos para defender una muy discutible “normalidad democrática” que, como se ha visto, no fue afectada más que en los predispuestos ánimos progobiernistas de esa entidad mediática.

Otro párrafo del comunicado de Televisa señala que “la clausura del Congreso es un hecho no sólo insólito, sino también grave en la vida política del país”. Lamentable es que tan importante empresa mienta dos veces en tan pocas palabras: no hubo ninguna “clausura” del Congreso, a menos que el criterio periodístico quiera regirse por las declaraciones parciales, las mantas de protesta y las palabras agitadas que diariamente producen los diferentes personajes con voz pública, pues entonces bastará con colocar una manta en la fachada de algún edificio de Televisa, anunciando que ha sido expropiada, para que así lo consideren hecho sus dueños, o que alguien proponga un boicot cívico contra la programación de esa televisora, en sus diversos canales, para que ese planteamiento se considere “una realidad”. No hubo clausura y tampoco es cierto que la protesta del pasado jueves 10 fuera “insólita” y “grave”; el mundillo de lo legislativo ha estado, de años acá, en particular de 2006 a la fecha, lleno de episodios raros, extraños y desacostumbrados, hasta llegar a un momento de “normalidad democrática” en que lo “insólito” es pegar golpistas gritos de escándalo a partir de valoraciones sin fundamento.

En una siguiente línea, el comunicado oficial del que se ha hablado añade, luego de la consideración de que la “clausura” fue insólita y grave: “fue así como Noticieros Televisa lo entendió desde el punto de vista periodístico”. Pues resulta insólito y grave ese entendimiento, ya que hubiera bastado con dar voz de manera equilibrada y sin prejuicios a las diferentes partes del conflicto de ese día para que se hubiera cumplido con las reglas básicas del periodismo, sin convertir dieciocho minutos de El Noticiero en un editorial acompañado de escenas y declaraciones acomodadas para coincidir con la impresión que se deseaba causar en los televidentes.

Porque, además, ese día (pero se puede hablar de muchos otros días, virtualmente de cada día) se ofreció al público un ejemplo, digno de análisis académicos, de deformación interesada de material informativo. “En la información que Noticieros Televisa ha manejado sobre la toma, asalto o secuestro del Congreso, hemos incluido ampliamente las voces de todos los involucrados, priístas, panistas, perredistas, Frente-amplistas, brigadistas, etc.”. Falso: Noticieros Televisa dio voz y presencia principales, intencionadas, a aquellos declarantes que embonaban con la Defensa Patriótica de la Normalidad Democrática que el Partido de las Estrellas había decidido emprender. Así, además de dar espacio contextual a los “malos”, como Ricardo Monreal, para dejar fijada la postura de una de las partes, y demostrar con imágenes de archivo el “engaño” de López Obrador, se concedió tribuna tramposa a perredistas, como los dirigentes de apellidos Círigo y Belanzaurán, que están en contra de las posturas sostenidas por un movimiento social en el que participan otros perredistas a cuyos voceros y líderes no se entrevistó, provocando así, con clarísima intención manipuladora, la impresión de divisiones profundas y críticas “desde dentro” a lo hecho por políticos institucionales en ámbitos legislativos y por grupos no partidistas en calles citadinas.

Más allá del aberrante contraste que las posturas televisas de este jueves establecen con el silencio, la amabilidad de trato y la falta de reporteo e investigación sobre fraudes y abusos cometidos por autoridades que son cercanas a ese consorcio, el destanteo y las pifias confesas de un ente de la magnitud de Televisa son botones de muestra del descontrol y desconcierto que en las cúpulas oficialistas produjo la acompasada acción de legisladores y brigadas cívicas que se salieron del libreto de protestas, “diálogo” y desenlaces hasta ahora acostumbrados. La izquierda partidista y los grupos sociales en movimiento serían hoy los héroes preciosos de la película (y de la tele) si se hubiesen dejado insertar en el camino de “normalidad democrática” que les habría llevado a una derrota absolutamente previsible pero “respetuosa” de la institucionalidad y plausiblemente “moderna”.


Televisa ( de Televisión Azteca ni siquiera se ha hablado en este artículo, a sabiendas de que su comportamiento es aún más burdo y sin pretensiones de “inocencia”) brincó, manipuló y se desnudó porque entendió (periodismo de entendederas) la dimensión de lo que estaba pasando ese día en las cámaras del congreso y en algunas calles. Fuerte descalabro sufrió el jueves el gran negocio de la privatización petrolera (del que parecieran ser parte interesada los propios capitalistas de Televisa, a juzgar por el comportamiento facciosamente defensivo que en pantalla hacen de ese proyecto, tanto en espacios expresamente facturados en términos comerciales como en sus propios programas de opinión y de entretenimiento, mediante comentarios, teatralizaciones y humoradas “espontáneas”) y por ello la máxima empresa de televisión ha creído necesario poner sus armas electrónicas al servicio de la defensa de la plaza (comercial) en peligro. En ese contexto resulta significativo que la movilización detonadora de esos miedos de elite (la de los legisladores en sus tribunas, pero en especial la de grupos sociales, particularmente las llamadas Adelitas) haya suspendido temporalmente su presencia en torno al Senado con una marcha hacia Televisa Chapultepec y una manifestación de protesta a sus puertas. A partir de ahora será importante que los personajes conocidos de la izquierda en movimiento exijan a Televisa que ajuste su manejo periodístico a las reglas básicas del oficio, que cumpla adecuadamente con el otorgamiento del derecho de réplica y que programe la participación, sin agresiones, de representantes de una de las partes de este México dividido. Televisa no debe seguir haciendo periodismo de entendederas ni mezclar arteramente manejos tendenciosos de información con opiniones que en todo caso tienen espacios y reglas propias.-

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