jueves, 29 de enero de 2009

Biocombustibles un problema moral

En lo que se refiere al problema de usar biocombustibles, utilizando granos, entre otros elementos vegetales para producirlos, debemos recordar que, además del transporte, existen otras prioridades en el mundo. Ellas son, fundamentalmente, las derivadas de dos problemas críticos: las crisis alimentaria e hídrica, que afectan entre 1.500 y 2.500 millones de seres humanos

Debemos recordar el problema actual más crítico, esto es que en el mundo más de 2.000 millones de personas que están sufriendo hambre. Además, que las conclusiones del Cuarto Informe del IPCC muestran que, debido al aumento de la temperatura media de la Tierra, la producción de cereales va a decrecer, particularmente en las latitudes bajas.

Las tensiones hídricas también irán en aumento, con centenas de millones de personas que carecerán de agua dulce.

Consecuentemente, el problema deberá enfocarse en la doble necesidad de alimentar a millones de seres humanos y en producir los combustibles para el creciente incremento de las necesidades de transporte recordando que, en muchos casos, se viaja por placer o haciendo un uso antieconómico de vehículos, ocupados solamente por una persona.

Ante el dilema de resolver el problema del hambre y de la falta de agua segura para casi un tercio de la población humana, y, por el otro lado, el problema del transporte, la decisión no es simple. Indudablemente, es crítica, por ello, desde un punto de vista humano y una posición moral, me inclinaría por dar prioridad al problema de la alimentación.

Nuevas tecnologías sobre la explotación de areniscas y rocas bituminosas; la licuefacción de otros combustibles fósiles sólidos, el uso de energías alternativas pero, de manera de fundamental, el precio que alcance el barril de petróleo, aproximarán mejores definiciones que la que generaría una hambruna global generalizada.

Tal es el problema moral: si producimos cereales, granos, caña de azúcar, sorgo, soja u otro vegetal para combustibles, estamos impidiendo sobrevivencia de seres semejantes, utilizando el escaso agua dulce sin lograr satisfacer los Objetivos de Desarrollo del Milenio y, además, dando origen a serios daños a los ecosistemas naturales, en contra de las consideraciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica.

Todo dependerá del precio del petróleo

Sin pretender reducir la importancia del problema del transporte que, sin duda, es crítico, recordemos lo que decía un economista: todo dependerá del valor que alcance el barril de petróleo. La tecnología está avanzando, y si el barril de petróleo excede los US$150 va a ser posible usar métodos para extraer petróleo de donde no se lo saca todavía, simplemente porque el precio es bajo.

Como decíamos antes, aún hay sustancias bituminosas de las cuales puede extraerse combustibles fósiles ( areniscas o rocas). Evidentemente, no se trata de un problema meramente tecnológico, sino de mercado: ¿cuál va a ser el precio del petróleo y cual va a ser la posibilidad de sacar petróleo de otros lugares?

Como lo indicábamos, existen tecnologías para producir combustibles líquidos del carbón de piedra. Lo experimentó Sudáfrica durante la última guerra mundial. Es caro, pero todo depende de cuál es el precio final del barril de petróleo.

Por otra parte, hace unas semanas el Parlamento Británico decidió suspender subsidios para la producción de biocombustibles, pues la idea inicial que el dióxido de carbono, producido por la quema de biocombustibles sería secuestrado por las plantas que se sembrarían para producir nuevos combustibles vegetales, no es veraz.

Además, las tareas de siembra de esos vegetales liberan el dióxido de carbono almacenado en los suelos, y se suman a ello dos factores críticos: los combustibles vegetales también emiten otros contaminantes y particulados, dañinos a la salud humana, y las masas de agua para producirlos se restan a las escasas cantidades disponibles para otras actividades vitales de la sociedad humana.

Recientemente la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ha producido una nota técnica sobre Bioenergía Sostenible, un Marco de Referencia para Tomadores de Decisión que, además de hacer serios comentarios sobre la viabilidad de la generación de bioenergia, tiene una tabla donde se incluyen los granos y productos vegetales capaces de generar combustible, sean aceites o alcoholes para ser utilizados como combustibles, que se pueden extraer de la soja, la caña de azúcar, el maíz, etcétera, y así como los requerimientos de agua y rangos de temperaturas para su mejor productividad.

En primera instancia, es oportuno mencionar que estos combustibles sustitutivos no tienen el mismo poder de combustión y, consecuentemente la eficacia de los combustibles fósiles.

Resumiendo, existen muchos problemas que van a exigir una decisión moral. Si el mundo sigue movilizándose en aviones -y la aviación constituye un problema muy crítico porque no se contamina meramente en el suelo sino que se esparce el dióxido de carbono y otros gases en la atmósfera, con una incidencia mucho más directa en el efecto invernadero terrestre- encontramos que por un conjunto de gente que tiene la capacidad de usar esos medios de transporte, estamos llevando a un grupo grande de gente a situaciones de hambruna.

Este es el problema moral.

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