"Antes de leer esto aclaro yo soy ateo al 100%, pero puedo decir tambien que no creo en la ciencia, asi como tampoco creo en la religion, pero tambien puedo decir que creo en ambas, algo complicado de explicar pero es posible, ya que en este mundo todo es posible y precisamente para esto es este articulo, porque yo hace mucho pensaba en esto y lo comparto con ustedes"
¿A quien le va usted a creer, a mi o a sus ojos?
Groucho Marx
El ser humano suele pensar que la prueba máxima de algo, es verlo con sus propios ojos.
“Ver para creer” dice la frase, seguramente inspirada en Tomas el apóstol, que solo creyó en la resurrección de Jesús cuando vio los agujeros de los clavos.
Y también la prueba más numerosa y de mayor credibilidad popular en la mayoría de los fenómenos sobrenaturales es la referencia anecdótica, es decir: yo lo vi, el lo vio, alguien lo vio.
Sin embargo la frase de Marx en este caso y para variar no es un chiste.
Dice el biólogo Richard Dawkins que el cerebro humano tiene un software de simulación de primera clase.
¿Y que es lo que simula?
Todo lo que vemos, oímos, olemos, tocamos y gustamos.
Creemos que las cosas que vemos cotidianamente son un reflejo de la realidad exterior y generalmente es así.
Pero el mismo mecanismo que hace que reconozcamos algo previamente visto, a veces nos hace equivocarnos al sacar conclusiones rápidas de algún suceso nuevo.
Nuestro cerebro, en lugar de recibir un estímulo visual e interpretarlo como un evento nuevo para luego regresarnos su interpretación, antes lo compara con una base de datos de lo previamente visto o conocido y nos CONFIRMA lo que vemos.
Si no fuera así, la vida pasaría muy lentamente y nos veríamos paralizados al tratar de analizar los miles de estímulos que recibimos diariamente.
El cerebro funciona más como un programa de reconocimiento de facciones o de huellas dactilares.
En cuanto creemos reconocer algo, el cerebro se apresura a compararlo con la base de datos almacenada para ver si confirma o rechaza nuestra visión.
Algo así como los concursos de “adivine la frase”, nos basta con ver unas cuantas letras para saber la frase completa.
La mayoría de las veces y por cuestión de supervivencia el cerebro confirmara antes de rechazar, o simplemente interpretar como “no se que es”.
Esta es también la razón por la cual un mismo suceso se recuerda diferente por dos testigos presenciales, ya que cada uno de ellos lo hace de acuerdo a una base de imágenes, expectativas y deseos diferentes.
Esta es la base de las ilusiones colectivas; cuando alguien cree ver una figura en las nubes o en las estrellas y lo anuncia a los amigos presentes, no importa cuanto se tarden, finalmente todos verán la figura.
Buscamos confirmar antes de cuestionar y el software en nuestro cerebro hace el resto.
Imagínense un programa donde introducimos la palabra “caballo”. El cerebro busca en la base de datos hasta que encuentra la figura que corresponde a la palabra y entonces confirma la imagen.
Dice Thomas Kida: “Perception is not just replicating an image in our brain; instead, perception requieres an act of judgment by our brain”. (El acto de percibir no es solo reproducir una imagen en nuestro cerebro, en lugar de eso la percepción requiere de un acto de juicio por parte de nuestro cerebro).
Si eres un niño y te gusta la feria, veras en las nubes un carrusel con caballos, si eres una niña que lee cuentos, veras a Pegaso volando, si eres un joven que ve películas de aventuras, veras dragones vomitando fuego, y si eres cristiano, veras a Jesús montado en un burro entrando triunfante a Jerusalén.
Esta facultad del cerebro de comparar con imágenes guardadas es muy valiosa para eventos cotidianos, por ejemplo evita que nos arrolle un auto, porque no espera a razonar las consecuencias de cruzar la calle en medio del trafico, por eso los niños pequeños y la mayoría de los animales que no tienen patrones guardados, son presa fácil de accidentes, los primeros no tienen recuerdos suficientes aun y los segundos no guardan memorias como nosotros.
Pero también esta facultad es causa de muchas confusiones y falsas interpretaciones de la realidad.
En cuestión de eventos aparentemente inexplicables, vemos lo que esperamos o deseamos ver.
Cuando vemos manchas de luz o reflejos en una foto, es más fácil decir que son fantasmas, porque de alguna forma nos son mas familiares, los hemos visto en películas y cuentos, en vez de pensar que son defectos técnicos del funcionamiento de la cámara o del manejo de la misma, ya que estas habilidades o conocimientos no nos son familiares y por lo mismo no están almacenados en nuestra memoria.
Y el que sean imágenes colectivas no las hace más reales que si fueran personales, como bien apunta Carl Sagan en “El Mundo y sus demonios”:
“En épocas remotas, cuando la gente pensaba que los dioses bajaban a la tierra, la gente veía dioses. Cuando las hadas eran populares, la gente veía hadas. En épocas de espiritualismo, la gente veía espíritus. Cuando empezamos a creer que los extraterrestres eran posibles, la gente empezó a ver extraterrestres”.
Esta es también la razón por la cual las personas educadas o que leen mucho no son inmunes a ver “cosas”.
¿Alguien recuerda de donde salieron las fantasías de Don Quijote de la Mancha?
Pero la selección de nuestras imágenes y referencias no es al azar, recordemos lo que dice Kida: “Nuestras percepciones están influenciadas por nuestros deseos y nuestras expectativas”.
Si esperas ser como Maussan veras marcianos radiactivos detrás de postes de luz y caballos voladores.
Si deseas que tu hijo sea “especial” y esperas sacarle provecho, veras irradiaciones color índigo y que a veces habla en “lenguas”.
Si eres religioso, para empezar tendrás quórum, todo lo malo será causa del pecado original y todo lo bueno será gracia de Dios inmerecida.
Si crees en la vida después de la muerte, el túnel de luz hacia donde no debes caminar será la prueba máxima de otro mundo.
Todos estos fenómenos están más que explicados por diferentes disciplinas de la ciencia (Psicología conductual, biología, neurobiología, sociología, psiquiatría, etcétera).
El problema es que para el público en general la mayoría de las conclusiones a las que llegan estos estudios son desconocidas.
Que estimulante seria escuchar a un adolescente platicar con sus amigas:
- “¿Supiste que fuimos a que nos leyeran las cartas y describieron mi personalidad y que el niño de segundo que me gusta se me declarara?, incluso me describió su físico.”
- “Claro, seguro la descripción de ti fue lo suficientemente ambigua para que aplicara a cualquier niña, solo se trata del Efecto Barnum o Forer, tu solo lo interpretaste de acuerdo a lo que querías oír.”
O una platica en preparatoria:
- “Te lo juro que era un ovni lo que vimos, después del eclipse el cielo se ilumino, Jaime lo vio primero y luego todos vimos claramente como se movió en una forma inexplicable y desapareció detrás de las nubes.”
- “Claro, pero ¿acaso no era eso lo que esperaban ver?, de cientos de fenómenos comunes como estrellas fugaces, cometas, aviones, globos meteorológicos, satélites o incluso chatarra espacial, porque tenia que ser precisamente un ovni?”
- “¿No seria más bien un caso de Pareidolia, o sea nuestra tendencia a encontrarle formas conocidas a los objetos que vemos? Y si le agregas que ustedes buscaban ver precisamente ovnis.”
Entre compañeros de trabajo:
- “Pues resulta que anoche soñé que me sacaba la lotería con el número 66 y precisamente el taxi que me llevo a la oficina tenia estos números en las placas y agrégale que yo nací en el 66, ¿no es claramente una señal de que algo pasara con ese numero? ¿No debería comprar un cachito en la lotería o apostar al caballo que lleve este número?”
- “Pues para mi es mas bien un caso claro de Apofenia, la tendencia que tenemos a buscar patrones o tendencias donde no las hay, quizás mencionaste tu año de nacimiento durante el día, esa fue la razón por la que lo soñaste y lo del taxi es solo una coincidencia, si existen 100 taxis numerados del 1 al 100 y existen 2000 personas que nacieron en el 66, a alguno de ellos le puede tocar este taxi algún día no crees.”
- “Pero si aun piensas que es un mensaje, casualmente acabo de iniciar una tanda y me queda libre el 66, ¿te lo aparto?”
- “Esto es una variante de la teoría de Sincronicidad inventada por Carl Jung para darle significado a hechos casuales pero con elementos similares para justificar sus diagnósticos, claro que también invento tonterías como los arquetipos y el inconciente colectivo y creía en la astrología, la percepción extrasensorial, el espiritualismo y la telequinesis.”
- “Ah, mira, se nos acaba de atravesar un perro negro y son las 6 con 6, ¿Qué significara esto, otra señal?”
Y así hay muchas creencias que bien pueden explicarse por medio de teorías más fáciles de creer que las de dominio público como el juego de la ouija y los adivinos del péndulo o los zahories que encuentran agua con una varita y que se explican por medio del Efecto Ideomotor.
O las abducciones por extraterrestres o las visitas de parientes muertos durante la noche, que se explican por el fenómeno llamado Parálisis del sueño.
O casos más graves y que afortunadamente ya no se aceptan tan fácilmente en las cortes de justicia, me refiero a las acusaciones de abuso infantil arrancadas por medio de sesiones de hipnosis por psicoanalistas poco escrupulosos y que se ha demostrado que en la mayoría de los casos se trata de recuerdos inducidos o falsas memorias.
Así que la próxima vez que su compadre le diga:
- “Mi esposa me engaña compadre lo vi con mis propios ojos y sabe que, casualmente el "sancho" se parece a usted.”
Usted con toda la autoridad que le da su conocimiento recién adquirido le puede contestar:
- “Cálmese compadre, se trata solamente de un caso clásico de Apofenia, agravado por la Parálisis del sueño y Recuerdos inducidos por la Pareidolia.”
- “Usted deje de preocuparse y váyase tranquilo a la oficina, aquí yo le vigilo a la comadre.”
- “¿O, a quien le va a creer más, a mi o a sus ojos?”
Juan Carlos Bujanda Benítez
Marzo4, 2007
Referencias:
“THE GOD DELUSION”
Richard Dawkins (Ed. Houghton Mifflin Company).
“Don’t believeeverything you think”
Thomas Kida (Ed. Prometheus Books).
“The Skeptic’s Dictionary”
Robert Todd Carroll (Ed. Wiley).
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